La igualdad y la envidia II
Dado el gran interés que despertó mi última columna, me ha parecido útil precisarla. Veamos. ¿Existe una relación entre el impulso igualitario y la envidia?...
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Axel Kaiser
Dado el gran interés que despertó mi última columna, me ha parecido útil precisarla. Veamos. ¿Existe una relación entre el impulso igualitario y la envidia? Según Marx, el comunismo en su estado de subdesarrollo -la filosofía igualitaria por excelencia- es “la consumación de la envidia“, una envidia que pretende “reducir todo a un mismo nivel“ y que tiene por objeto “toda forma de riqueza“. Aunque Marx intentaría apartarse de ese tipo de comunismo, resulta interesante notar que él fue uno de los primeros en denunciar el carácter envidioso de las teorías igualitaristas. De modo similar, Freud afirmaría que la envidia es el origen del impulso igualitario y de la idea de justicia social, cuyo objeto es que “todos deben ser y tener lo mismo”.
Helmut Schoeck por su parte, profesor de Yale y Emroy, en su clásico estudio sobre la envidia explicaría lo siguiente: “El hombre envidioso tiene la convicción de que la prosperidad del sujeto envidiado, su éxito e ingreso, son de alguna forma los culpables de su propia privación. La creencia primitiva en la magia negra difiere poco de las ideas modernas. Mientras el socialista cree que está siendo robado por su empleador, el hombre primitivo se cree robado por su vecino, quien ha tenido éxito en utilizar la magia negra para atraer parte de la cosecha de éste hacia su propio campo“.
Por su relación con la envidia, el discurso igualitario tiene el potencial de destruir la convivencia, llevando de paso a un crecimiento del Estado que empeora la situación de todos. El camino sano, en cambio, busca la creación de riqueza para todos. Para ello se requiere de educación -privada- y de menores regulaciones e impuestos. Lo demás es jugar con fuego ignorando el hecho de que la envidia es un problema serio en la sociedad chilena, como advierte el informe del PNUD del año 2001, que señala: “la sociabilidad conflictiva tiene uno de sus orígenes en la dificultad para reconocer el valor del otro sin sentir una desvalorización de lo propio: la envidia. El chileno reacciona mediante el descrédito del otro como manera de asegurar su propia estima”. Esta dificultad para reconocer el mérito ajeno explica la animosidad hacia quienes tienen éxito en nuestro país, sea económico o de cualquier otro tipo.